(Francisco Serrano y Domínguez, Duque de
En 1839, siendo ya brigadier, dio el salto a la política, alineándose con la opción progresista que representaba Espartero. Como diputado, apoyó
Hacia 1846-48 fue amante de la reina Isabel II, sobre la cual ejerció una gran influencia política; el general bonito despertaba recelos entre los políticos moderados de la época, que le alejaron de la corte nombrándole capitán general de Granada (1848). Se apartó entonces de la política, dimitió del cargo que tenía, se casó y se dedicó a viajar.
Al estallar una nueva Revolución progresista en 1854, volvió para apoyar otra vez a Espartero. Durante el Bienio Progresista que entonces comenzó fue director general de Artillería, alineándose con el partido centrista que quería formar O’Donnell entre progresistas y moderados (la Unión Liberal). Luego fue embajador en París (1856), capitán general de Cuba (1859-62) y ministro de Estado (1863). Fue entonces cuando la reina le nombró duque de
Muerto O’Donnell al año siguiente, Serrano le sucedió como jefe de
Una vez instaurada la monarquía democrática con la coronación de Amadeo de Saboya, Serrano fue llamado a presidir el gobierno en dos ocasiones (1871 y 1872). Al estallar entonces una Tercera Guerra Carlista, Serrano derrotó al pretendiente don Carlos (VII) en Oroquieta y firmó el Acuerdo de Amorebieta, con la esperanza de liquidar el conflicto (1872). El rechazo de las Cortes a este convenio provocó la caída de Serrano del gobierno. Luego admitió la proclamación de
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